Autora: Lula González
Ubicado en la zona sur de la ciudad de Rosario, la Maternidad del Roque Sáenz Peña es referente a nivel nacional en prácticas de parto respetado y maternidades seguras y centradas en la familia. A un año de la implementación de recomendaciones de organismos internacionales que han mejorado la calidad de atención, ya recibió 2000 bebés. Este cambio de paradigma tiene como objetivo el acompañamiento de la paciente y el bebé y busca evitar prácticas invasivas o el suministro de medicación innecesaria, con un especial énfasis en la información. La prioridad es que la parturienta pueda participar en la toma de decisiones. La libertad de elegir cómo parir.
I
“Nunca pensé que mi pareja iba a poder estar en el parto”, dice emocionada Patricia, de 25 años, mientras recuerda la llegada de su tercer hijo al mundo. Ella es empleada doméstica y madre de tres: el último, Agustín, nació en el Hospital público Roque Sáenz Peña de la Ciudad de Rosario siguiendo el protocolo de parto respetado. Por decisión de ella, su pareja estuvo a su lado acompañándola.
“Fue lindo y me sentí muy conectada con mi bebé cuando lo tuve abrazado apenas salió. Nosotros no tenemos obra social y acá me trataron excelente, todos fueron muy buenos con nosotros dos”, dice mientras se recupera tras parir.
Una de las cosas que más la emociona es, recuerda, el momento en el que los médicos y las enfermeras le acercaron al bebé para que tengan el contacto de piel a piel (Copap, según la denominación profesional). Los médicos explican que esta práctica es necesaria. Incluso puede hacerse –si la mujer está en condiciones y lo desea- en caso de una cesárea. Tiene resultados comprobables: el recién nacido regula la respiración, se estabiliza hemodinámicamente, protege su desarrollo cerebral, se adapta mejor a la lactancia.
Rosario es referente en prácticas de parto respetado y maternidades seguras y centradas en la familia. Este reconocimiento se enmarca en la larga trayectoria de una política de Estado que garantiza derechos a través de la red de servicios públicos en salud, no solo curando sino cuidando, alojando y acompañando a cada persona gestante. La propuesta surgió de un grupo de profesionales que entendieron la necesidad de bajar los índices de violencia obstétrica y hacer hincapié en el resguardo de los derechos de la parturienta y el bebé.
“Se trata de asistir los partos como corresponde desde el punto de vista científico y ético, garantizando los derechos. Surgió del propio equipo de salud que vio que existían muchas falencias en el tema. Nos avalan estudios académicos al respecto y nos mueve la necesidad de querer hacer valer los derechos de las mujeres. El Municipio acompañó”, comenta Gustavo Baccifava, jefe del servicio de Obstetricia y Ginecología del hospital.
Y agrega: “Se trata de cambiar el modelo de atención, de garantizar a las mujeres su intimidad, de que estén acompañadas por quien ellas decidan. Todo eso empezó a trabajarse cuando la Maternidad se encontraba en el antiguo edificio. Los cambios, sabemos por experiencia, se dan primero por la cabeza; había que cambiar el chip y entender que la sobremedicación significaba negligencia”.
En la Ciudad de Rosario, la Ordenanza N° 6.244 garantiza el parto respetado. Esta norma, enmarcada en el Programa Municipal de Procreación Responsable, contempla distintas disposiciones y acciones públicas en materia de derechos sexuales y reproductivos. Las bases de esta norma son diversas. En primer lugar, se fundamenta en reconocer el derecho a la identidad sexual y su sexualidad, exigiendo que su ejercicio sea respetado por otras personas e instituciones públicas y privadas. Los derechos reproductivos se refieren a la autonomía para ejercer la propia capacidad reproductiva. Esto quiere decir: garantizar la información para una decisión autónoma de cuántos hijos/as se quieren, en el momento y la forma en que se quiera.
Rosario es referente en prácticas de parto respetado y maternidades seguras y centradas en la familia. Este reconocimiento se enmarca en la larga trayectoria de una política de Estado que garantiza derechos a través de la red de servicios públicos en salud, no solo curando sino cuidando.
Todas estas acciones ponen el foco en el ejercicio pleno de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres sobre su propio cuerpo en un marco libre de violencias. Las mujeres que lleguen a parir deben ser atendidas por profesionales idóneos, con la tecnología adecuada, en un ambiente cálido y afectuoso en el que las prácticas sean acordes a los avances de la ciencia. El equipo de profesionales debe respetar sus deseos, sus opiniones, su cultura, su cuerpo, sus temores y sus tiempos.
II
La violencia obstétrica es una de las formas de violencia de género. Es la que ejerce el personal de salud sobre el cuerpo y los procesos reproductivos de las mujeres, expresada en un trato deshumanizado, un abuso de la medicalización y patologización de los procesos naturales. Constituye una de las tantas formas de violencia y discriminación que sufren las mujeres y es producto de la intersección de otros tipos de violencias y vulneraciones: violencia de género, violencia institucional en el ámbito de la salud, vulneración de derechos sexuales y reproductivos, entre otros.
“Durante mucho tiempo, los profesionales de la salud naturalizamos este tipo de tratos, es necesario entender que puede haber una mejor forma de intervenir en el parto” señala María, enfermera del Hospital.
A nivel nacional, la Ley 25.929 establece desde 2004 los derechos de madres, padres e hijos durante el proceso de nacimiento. La norma ordena una serie de premisas que la salud pública y privada debe tener en cuenta en el embarazo, trabajo de parto y posparto. Las mujeres deben ser informadas sobre las distintas intervenciones médicas que se les realizan a lo largo de los momentos antes mencionados, evitando prácticas invasivas. La norma apunta a fortalecerlas y promover el parto natural evitando las intervenciones innecesarias y situaciones de riesgo que se presenten al momento del parto. Y, además, se propone brindar la posibilidad y el ámbito adecuado para que la mujer sea protagonista de sus deseos y necesidades sobre dónde, cómo y con quién parir.
La violencia obstétrica es una de las formas de violencia de género. Es la que ejerce el personal de salud sobre el cuerpo y los procesos reproductivos de las mujeres, expresada en un trato deshumanizado, con abuso de medicalización y patologización de los procesos naturales.
III
¿Pero de qué hablamos cuando hablamos de parto respetado? El Doctor Baccifava es un verdadero militante del protocolo. Junto a él, Marcos Bosco, jefe de Clínica Tocoginecológica, y el doctor Enrique Mesa, jefe de Cirugía Tocoginecológica, buscan que la modalidad del parto respetado sea considerada una realidad y no una “tendencia” como lo hacen ver algunas publicaciones de la prensa. Todos los días, estos profesionales buscan acercar y naturalizar que el buen trato debe dejar de ser algo inédito, “insólito”.
Los médicos saben que existen reticencias y cuestionamientos por parte de la medicina hegemónica. También saben que el modelo aplicado en Rosario es único en el país y, a pesar de las críticas y prejuicios, saben que las estadísticas y números están de su lado y respaldan este trato con información dura.
“No se trata de nada hippie como quieren hacerlo ver, se trata de resguardar los derechos de las mujeres. De humanizar la atención, algo tan básico como eso” responde Mesa. Y agrega: “No hay métodos ni técnicas ‘nuevas’. Se debe concientizar y esto no debería ser tomado como algo pintoresco. Tomamos el nacimiento como un hecho natural fisiológico que trae con cada mujer su impronta emocional, social y cultural. No intervenir directamente con medicamentos rutinariamente, no hacerlo si no es necesario.”
El parto respetado encierra la idea de parto humanizado. Se fundamenta en la valoración del mundo afectivo-emocional de las personas, donde cada intervención del sistema de salud impacta de manera diferente en la mujer-sujeto que recurre a la ayuda, acompañamiento y cuidado de un equipo profesional.
“La medicina hegemónica tiene conceptos equivocados o que ya quedan antiguos. Por ejemplo, a casi toda mujer embarazada que ingresa en un hospital, se la acuesta en una cama boca arriba; se le coloca un suero; se le administra una medicación denominada oxitocina que es una hormona sintética; se le rompen las bolsas de agua rutinariamente y se le hace una episiotomía, que es una mutilación genital[1]. Es básicamente una medicalización del nacimiento, una asistencia tecnocrática a todas por igual, como si las mujeres fueran una línea de montaje. Eso es lo que tuvimos que revertir porque así lo dicen las recomendaciones internacionales, además del marco legal establecido. Pero sobre todo es ético”.
El parto respetado encierra la idea de parto humanizado. Se fundamenta en la valoración del mundo afectivo-emocional de las personas, donde cada intervención del sistema de salud impacta de manera diferente en la mujer-sujeto que recurre a la ayuda de un equipo profesional.
El Área de Atención de la Mujer del hospital Roque Sáenz Peña se inauguró en julio del 2017. Los resultados son “tan buenos y contundentes” que desde la Secretaría de Salud de la Municipalidad de Rosario analizan, en el mediano y largo plazo, llevar esta política pública a otros centros de salud de la ciudad. Maternidades de otras provincias han hecho consultas sobre esta experiencia y vienen a estudiar el modelo que llevan adelante.
“Es básico respetar los tiempos de cada mujer, cada una atraviesa un proceso único. Sabemos que es necesario respetar las emociones que atraviesa la parturienta. Muchas veces eran maltratadas por gritar y esa expresión puede significar una reacción a algo físico pero también algo emocional” cuenta el doctor Bosco.
La visión de los profesionales de la salud del Hospital Sáenz Peña es clara. Buscan disminuir la cantidad de cesáreas y fortalecer el apego inmediato entre la madre y el recién nacido con contacto “piel con piel” esas primeras horas, clave para el bienestar del recién nacido. Informes de organizaciones internacionales como Unicef e incluso del Ministerio de Salud de la Nación lo avalan: los primeros 60 a 90 minutos posteriores al nacimiento son “de oro”.
Según las estadísticas, el 74% de los 2.140 nacimientos fueron a través en partos naturales. Y solo el 18% ha recurrido a cesárea en el Roque Sáenz Peña. El porcentaje está muy por debajo de los registrados en clínicas privadas del país, que en muchos casos supera el 60%. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el porcentaje de cesáreas no debería superar el 15%.
Luego de los primeros 100 nacimientos en un mes, sólo en 12 casos se utilizó anestesia peridural –los registros en Rosario alcanzan el 80%-, mientras que la hormona para estimular contracciones o acelerar el parto bajó del 78 al 16%, y la aplicación de suero intravenoso del 80 al 28%. El corte en la vulva se redujo de 25 a 8% y las ligaduras de cordón oportuno pasaron de un 40 a un 92%.
La visión de los profesionales de la salud del Hospital Sáenz Peña es clara. Buscan disminuir la cantidad de cesáreas y fortalecer el apego inmediato entre la madre y el recién nacido. El contacto “piel con piel” en esas primeras horas es clave para el bienestar del recién nacido.
“La institucionalización a lo largo de la historia de la medicina hizo que al parto se lo tome como un acto médico más, donde pareciera que si el medico no interviene no se produce y en realidad no es así. La intervención del médico se tiene que dar si hay complicaciones, no es necesario intervenir en todo”, señala Enrique Mesa. Y Baccifava agrega: “No se trata de una moda o algo pintoresco, se trata de hacer lo correcto, de dar una atención de calidad, es realizar las practicas que son necesarias”.
Marta tiene 30 años. Y es de Gálvez, Provincia de Santa Fe. Se encuentra en el hospital para un segundo control. Muy pronto va a parir y mientras habla con algunas enfermeras se interioriza sobre las posibilidades de parir bajo el agua. Una enfermera le informa, ella sonríe tímidamente y dice: “No sé… ustedes son los que saben de eso”.
La enfermera responde: “Nosotras acompañamos y los médicos también, las que saben parir casi de manera instintiva somos las mujeres. Por siglos hemos podido hacerlo y también es clave darle el tiempo necesario para no apresurar o llegar a realizar una intervención quirúrgica innecesaria como una cesárea. Los médicos y nosotros te vamos a ayudar y estar presentes si sucede algo”.
Marta ya atravesó una cesárea, y recuerda haber sido violentada cuando llevaba adelante el parto, diez años atrás, cuando tuvo a su primer hijo. “Yo gritaba y los médicos me decían que me calle, que no sea exagerada, pero yo no podía más”. Cuenta que en esta oportunidad le pedirá a su hermana mayor que esté presente en ese momento. “Es importante que sepas que tenés derechos” concluye la enfermera mientras sigue interiorizando a la paciente.
IV
El “Sáenz Peña”, como le dicen los vecinos, posee un área de Atención Integral de la Mujer que cuenta con cuatro salas de Trabajo y Recuperación con equipamiento de avanzada, climatizadas, musicalizadas e iluminadas para no incomodar a las madres y a sus bebés.
Entre las herramientas que ayudan al parto hay telas colgadas del techo; pelotas; colchonetas; bancos o camas que adoptan diferentes posiciones para técnicas de parto más cómodas; bañeras para relajar a las mujeres y para provocar nacimientos debajo del agua.
“No estamos inventando nada nosotros, el parto respetado está basado en principios científicos, sobre todo. Nosotros como médicos estamos acostumbrados a recibir nacimientos pero para esa mamá es un momento único, inolvidable e irrepetible y hay que respetarlo al máximo. Se trata de entender que nosotros no somos los protagonistas sino los asistentes de esas madres que están pariendo”, argumenta el doctor Baccifava.
El proceso de entender la necesidad de llevar adelante un parto respetado no solo radica en las instalaciones, sino sobre todo en trabajadores de la salud pública que generaron un verdadero cambio: respetar el momento de la concepción, entender la importancia de una atención de calidad, humana y atenta. Alejarse de los prejuicios y buscar el bienestar de los pacientes. Comprender que es un derecho y respetarlo.
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Sobre la autora: Lula González estudió la carrera de Relaciones Internacionales en la Universidad Católica de Salta. Desde hace años, se desempeña como periodista. Ha realizado coberturas sobre temáticas de género para medios internacionales, destacándose su participación en plataformas de Francia y Chile. Es colaboradora de la revista Anfibia y del diario Infobae.
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[1] Corte con bisturí o tijeras de entre 1 y 3 cm, desde la vulva hacia el ano para agrandar el canal vaginal. Este procedimiento quirúrgico se realiza por varias razones, como evitar desgarros perineales graves, acelerar el proceso del parto y prevenir complicaciones en el feto, por ejemplo que nazca con falta de oxígeno o daños cerebrales. También se realiza si el bebé viene de nalgas.